29 agosto 2005

Primera Temporada.
Episodio Piloto.
Al principio, solo había oscuridad...

Primera Parte

Federación Unida de Planetas. Sector 001. San Francisco

La Capitán Brittany Jefferson recorría los amplios pasillos del Comando de la Flota Estelar con su firmeza característica. Su rostro no otorgaba ningún vislumbre de lo que ella pudiese estar pensando. Había sido recientemente decomisionada de su capitanía en el U.S.S. Hope y ahora se dirigía a un encuentro con los principales almirantes de la Federación. Definitivamente todo esta situación le intrigaba, pero su temple no dejaba que aquellos que la observaran vieran la inseguridad que le causaba el completo desconocimiento de lo que estaba por suceder. Era alta y rubia, con una mirada fría en sus ojos, casi tan dura como el resto de su rostro. Muchos en la Flota creían que por su tarea en el Cuadrante Beta con la Hope, durante la crisis por la Caída del Imperio Thallolian, era merecedora de una gran admiración. Ella había demostrado rudeza y determinación donde muchos habían sido débiles, llevando al conflicto a un final pacífico. Además, durante la guerra del Dominio, la U.S.S. Hope habia logrado mantener la seguridad en la zona, defendiendo el sector de los continuos ataques Jem´Haddar.
Jefferson giró sobre sus talones y una puerta se abrió rápidamente. Ante ella, sentados frente a una mesa de forma ovalada, se encontraban el Almirante Setlek y la Almirante Brand.
-Por favor, siéntese- exclamó la Almirante Brand, una eminencia entre los de mayor rango en la Flota. - Me imagino que se estará preguntando para que la hemos llamado-
-De hecho, me asombré bastante al enterarme que mi capitanía en la Hope había llegado a su fin...y definitivamente aún no entiendo la causa de mi decomisión.-
-Estoy seguro de que comenzará a entender en un momento Capitán, la paciencia es un árbol de raíces amargas pero de dulces frutos. - el Vulcano Setlek se levantó de su asiento y comenzó a caminar hacia la Capitán Jefferson. - Supongo que estará al tanto de que las relaciones actuales entre el Imperio Romulano y la Federación siguen siendo de desconfianza. -
-Sé que hubo algunos encuentros no muy agradables en el sector de la zona neutral, pero no tengo conocimiento de que alguno de ellos haya llegado a un combate.- respondió Jefferson sin inmutarse ante el irritante carácter vulcano de Setlek. - Tengo entendido que los Romulanos respetan el Tratado al pie de la letra.-
-Debo decirle que la realidad parece ser un poco mas adversa Capitán Jefferson. La Federación cuenta con una base de estudios astronómicos cerca de la zona neutral, la base Musso III. La rutina de esta base le obliga a su tripulación a enviarnos reportes cada semana, pero las transmisiones se detuvieron hace poco más de un mes. Las naves cercanas que enviamos a investigar corrieron con la misma suerte. Las comunicaciones enviadas por estas naves antes de desaparecer llegan a nosotros solamente como una especie de estática. Nuestros oficiales tácticos creen que los Romulanos podrían haber desarrollado alguna nueva clase de tecnología que le otorgase el poder suficiente para silenciar a nuestras naves, por no decir para destruirlas. -
-Si los Romulanos obtuvieron tecnología capaz de destruir una base Federal sin llamar la atención, creo que estamos ante un grave problema.- señaló Jefferson.
-Es por eso que la llamamos a usted, Capitán. Creemos que ya está capacitada para realizar tareas mas importantes que el mero análisis de nebulosas y cometas. Es por eso que ha sido asignada para comandar la nave mas nueva y mejor equipada de la Federación, la U.S.S. Asimov. Su primera misión será dirijirse a la zona neutral para averiguar lo que esta sucediendo.-

Segunda Parte

La U.S.S. Asimov se encontraba orbitando alrededor de Marte. Casi no había sido utilizada, pues había sido construida en Utopia Planitia y sólo la habían probado alrededor del Sistema Solar Era una nave clase Verne, originalmente ideada para la exploración espacial, pero ampliamente modificada en lo referente a armamento, luego del incidente con los Borg y la guerra del Dominio. Era capaz de alcanzar una velocidad máxima de warp 9.975. Su puente era amplio y comfortable, con la silla del Capitán ubicada en el centro del mismo, rodeada por la silla del comandante y un panel de control. Frente a la misma, las estaciones del timonel y la artillería nacían desde el suelo con un fulgor mecánico para terminar artísticamente en los paneles de LCARS. Las estaciones científicas se hallaban detrás del puesto del capitán, en el primer nivel del puente. El techo estaba recubierto con aluminio transparente que permitía ver el exterior de la nave. Una puerta lateral del puente llevaba al turbolift, mientras que la opuesta se dirigía a la oficina del Capitán y la Sala de Conferencias.
El Comandante Vreel Lexx se encontraba revisando los registros de la tripulación en su puesto. Habían pasado pocas horas desde que la Capitán había abordado y la tripulación comenzaba poco a poco a aclimatarse con la nave. De repente, una voz lo distrajo de su trabajo.
-Alférez Elina Vek reportándose en servicio, señor. -
El Comandante Lexx levantó los ojos del panel que estaba analizando y observó con asombro a la nueva tripulante. Frente a él se erguía una joven y bella Cardassiana. Sus ojos brillaban con entusiasmo pero su cuerpo y su cara estaban firmes. Ella era la primera de su especie en graduarse de Starfleet, y lo había hecho con honores, ganándose el respeto de muchos que creían que no lo iba a lograr. Las nuevas relaciones con el Imperio Cardassiano, luego de su derrota en la guerra, hacian que el interés de Starfleet por Elina sea especial. Poseía la inteligencia y la facilidad de aprendizaje características de los Cardassianos, lo que la hacía también un valioso miembro de la tripulación.
-Estaba esperando conocerla, alférez, he oído hablar mucho de usted.- exclamó el Comandante Vreel Lexx mientras observaba detenidamente a la alférez.
A pesar de que era un trill y que a lo largo de sus tres vidas anteriores había aprendido a evitar los prejuicios, Lexx no pudo resisitir un dejo de impresión al ver a la Cardassiana vistiendo el traje color mostaza de la Federación.
-Espero que los comentarios que ha recibido sean del todo favorables.- dijo Vek
-Puede estar segura de ello alférez, por cierto, tengo su registro. Dice aquí que sus padres eran embajadores: ¿es por eso que decidió ingresar a Starfleet ?-
Elina Vek se disponía a responder cuando, las puertas de la habitación del Capitán se abrieron. De su interior surgió Brittany Jefferson, con la misma mirada inflexible y firmeza al caminar. La partida de la Asimov había sido programada para algunas horas mas tarde, pero la Capitán había recibido un mensaje de emergencia de la Tierra que parecía cambiar los planes.
-Alférez, - exclamó dirigiéndose al joven Bajoran que ocupaba la estación del timonel - fije rumbo a la zona neutral romulana, coordenadas 7365 marca 4. Warp máximo.-
-¿Que sucede, Capitán ?- preguntó Lexx
-La Flota me ha informado que han detectado cierta actividad inusual del lado romulano, principalmente en el sector donde solía estar la base Musso III. Debemos acudir para defender las colonias federales cercanas en caso de haber algún tipo de problema, pero nuestra misión principal es averiguar lo sucedido con las naves desaparecidas y con la estación.-
Ella no lo dijo, pero su experiencia con los romulanos le indicaba que esta actitud era por demás extraña. No era común que los romulanos comenzáran los conflictos, generalmente esperaban que su contraparte actúe antes que ellos. Había algo más allí, algo que todavía no podían ver y que provocaba esta actitud extraña.
La U.S.S. Asimov giró en redondo y comenzó a avanzar. Con un rayo de luz entró en warp y desapareció en el horizonte lejano. No lo sabían, pero lo que les esperaba en la zona neutral era mucho mayor de lo que se imaginaban, algo que definiría el rumbo de su futuro.

Tercera Parte

Luego de varias horas de viaje, la esplendorosa Asimov se acercaba al sector de la zona neutral, donde su tripulación debía cumplir con la misión que la habían encomendado. El Jefe de Seguridad Betazoide Eneas Hayes se encontraba en el “Agujero Negro”, el bar de la U.S.S. Asimov. Estaba degustando su café Tamarian replicado que, para variar, difería mucho del original. La mayoría de las personas no encontraba diferencia entre la comida replicada y la real, pero a él le parecían completamente distintas. Tal vez esto era una consecuencia de su excesivo perfeccionismo, que se manifestaba exageradamente en detalles como aquel. Estaba solo, y así lo había estado durante todo el viaje hacia la Zona Neutral, pero ya estaba acostumbrado a estar así. Pocas personas (especialmente escasas las del sexo femenino) podían aceptar que él, mientras entablaba una amena conversación, pudiera estar leyendo tranquilamente sus mas profundos pensamientos. Desde pequeño, en Betazed, Eneas había tenido dificultad en controlar sus crecientes habilidades empáticas. Mientras la mayoría de los Betazoides aprenden a mantener aparte los pensamientos ajenos, él nunca pudo lograr reprimirlos. A lo largo de los años fue aprendiendo a vivir en soledad, puesto que, al saber todo lo que los otros piensan, las relaciones de amistad llegaban a ser por demás incómodas, tanto para Eneas como para los demás. Todo esto hacía de él un Betazoide aislado, a diferencia de la mayoría de los de su raza que generalmente eran aceptados por la gente.
Mientras tomaba otro sorbo de su café Tamarian, Eneas analizaba las emociones de los otros tripulantes de la nave (arte que había desarrollado ampliamente a lo largo de sus treinta años de servicio en la Flota). Notaba un creciente nerviosismo entre la tripulación. Obviamente la incertidumbre de no saber que los esperaba en la zona neutral provocaba una gran tensión.
La nave se sacudió de repente, provocando la caída estruendosa de su taza de café. Las luces de la alerta Roja se encendieron, acrecentando el nerviosismo entre los presentes en el bar. Eneas Hayes no lo dudó un instante más, su lugar estaba en el puente. Cruzó rápidamente el pasillo y se dirigió hasta las puertas del turbolift. Las sensaciones de nerviosismo lo invadían a medida que se acercaba al puente. Cualquier Betazoide podría haber sufrido un colapso emocional si se tomaban las magnitudes de las emociones que estaba absorbiendo, pero Eneas Hayes ya estaba acostumbrado a esto y podía soportarlo sin ningún problema.
Las puertas se abrieron mostrándole una escena por demás desconcertante. Mientras subía por el turbolift había imaginado lo que podría estar sucediendo, pero nada lo había preparado para lo que ahora veían sus ojos. El puente estaba completamente vacío.

Cuarta Parte

Eneas Hayes se encontraba ahora al mando de la nave. Estaba por demás desconcertado. Todos los oficiales del puente habían desaparecido sin dejar rastro. Los sensores funcionaban correctamente, gracias a lo cuál pudo identificar su situación, que no era muy favorable.
La U.S.S. Asimov, según los datos de los LCARS, se encontraba en el borde federal de la zona neutral, muy cerca de donde solía ubicarse la base Musso III. Pero los instrumentos no detectaban nada a su alrededor, ni siquiera la mas pequeña partícula. Parecían encontrarse en un tipo de "espacio sin estrellas", un fenómeno casi inexistente en el universo. El timón de la nave no respondía, pero sin embargo la Asimov avanzaba con un rumbo fijo, como impulsada por alguna fuerza extraña. Eneas se comunicó con el Jefe de Ingeniería, para saber si podían detenerse los motores.
- Aquí Moss- exclamó el oficial a toda voz.
Moss (conocido por la tripulación como Blue) era un Bolian bastante especial. Los Bolian se caracterizaban por su excesiva comunicación, y este Bolian ya era conocido como alguien muy charlatán en su propio planeta natal. Pero a diferencia de los otros Bolian, varias de las cosas que Blue decía eran sensatas, pero otras tantas veces no podía con su naturaleza y se iba por las ramas, llevando hasta el hartazgo a sus compañeros.
-Sr. Moss, necesito saber si hay alguna forma de detener las máquinas- preguntó el betazoide.
-Perdone señor, pero la nave se encuentra ahora en un alto total, no entiendo que es lo que me quiere decir. Las maquinas están completamente detenidas.- replicó Blue.
El betazoide, como si hubiera estado esperando esa respuesta exclamó:
-Vea si puede ponerlas en funcionamiento, pero dese prisa, debemos hallar a los oficiales cuanto antes-
El Bolian comenzó a activar el núcleo warp, que se había detenido en el mismo momento en que la Asimov había sido golpeada. Pero a pesar de sus esfuerzos, los paneles no le respondían, era imposible activar la reacción materia-antimateria.
-Moss a Hayes. Lo siento señor, la nave no me obedece, estamos a la deriva.-
La Asimov avanzaba lentamente por aquel espacio extraño, con un rumbo aparentemente predeterminado, como si el destino de la tripulación ya hubiera sido decidido.

Quinta Parte

Una gran mancha oscura se cernía sobre aquel sector de la zona neutral. Como si fuera tinta, poco a poco iba tragándose cada átomo de materia que encontraba. Sus dimensiones no eran grandes, apenas unas cuantas medidas astronómicas, pero era imposible de detectar con los sensores, por lo cuál cualquier nave podía chocarse con ella, y ser atrapada. Así se encontraba ahora la U.S.S. Asimov. Si alguien alguna vez su pusiera a estudiar la mancha, podría darse cuenta de su naturaleza. Era una grieta en el universo, un agujero que llevaba a ninguna parte. Dentro de esa grieta, no había absolutamente nada, solamente aquello que la mancha había absorbido. Podríamos, tal vez, compararla con una especie de agujero negro, pero con dimensiones muchísimo mas pequeñas y gravedades menos intensas, aunque con el mismo terrible final.

Los ojos del timonel Bajoran Mel Varad se abrieron de par en par. Estaba tirado en un suelo polvoriento. Miró a su alrededor, para reconocer el territorio. Se hallaba en una especie de planeta (o tal vez luna o asteroide), la atmósfera era, obviamente, respirable, pero ningún tipo de vegetación parecía vivir allí . El suelo era rocoso y polvoriento, y el cielo estaba cubierto de negras nubes. La oscuridad reinaba, solamente interrumpida por los frecuentes relámpagos que se cernían sobre el planetoide. A lo lejos se divisaba una especie de cadena montañosa de altura considerable. Unos cuantos metros hacia el este, parecía haber una pequeña edificación, una especie de templo rústico.
Su cabeza le dolía pero aún así se esforzó por recordar lo que había sucedido. Recordaba que habían reducido la velocidad porque se estaban acercando a la zona neutral cuando de repente, una nave romulana entró en fase. Antes de que pudieran hacer nada, los romulanos les dispararon. Pero de algún modo habían logrado esquivar el disparo, sintiendo en cambio un brusco choque, y eso era su última memoria.
Mel Varad comenzó a caminar lentamente hacía el templo. Poco antes de llegar halló en el suelo al Comandante Vreel Lexx, al parecer, recién entrando en conciencia. A su lado se encontraba, aún inconsciente la Oficial Científico Cardassiana Elina Vek, a quien Varad miró con desprecio. Unos pocos metros mas allá, la Capitán Jefferson se estaba levantando.
- Alguno de ustedes sabe donde nos encontramos- preguntó el joven alférez.
-Lo último que recuerdo es haber sido atacado por los Romulanos- replicó el Comandante Lexx mientras ayudaba a Elina Vek a levantarse. La oficial miró a su alrededor y dijo:
-Parece que estamos en un planetoide clase L, con atmósfera respirable pero incapaz de sostener vida. Estoy en condiciones de suponer que las nubes sobre nosotros son de alguna especie de ácido. Creo que deberíamos encontrar un refugio antes de que comience a llover, porque la experiencia no será muy agradable-
-Muy bien, vamos hacia esa construcción- ordenó la Capitán señalando el templo.
El interior de la edificación no difería mucho de su exterior. Las paredes eran de piedra y, afuera, parecían haber sido erosionadas por la acción del viento y la lluvia ácida. El templo debía haber sido construido hacía millones de años, debido a que en las mismas paredes podían verse restos vegetales fosilizados, develando el pasado fértil del planeta. En el centro del salón había dos grandes obeliscos, cada uno adornado con inscripciones extrañas. Elina Vek se acercó a estos obeliscos y los rodeó, observándolos de arriba a abajo.
-No hay duda de que fueron construidos hace mucho tiempo por alguna especie de civilización. Esta civilización debe haberse extinguido o emigrado debido a la creciente hostilidad climática del planeta.-
Vek acercó su mano a un orificio en uno de los obeliscos. De repente, la roca que parecía formar el monumento comenzó a brillar con una luz incandescente, a intervalos constantes.
-Asombroso, parece como si la roca se alimentara de mi propia energía.- exclamó la Cardassiana.
El Comandante trill se acercó al otro obelisco y colocó su mano en el orificio gemelo. Simultáneamente ambos monumentos comenzaron a brillar, como si fueran dos faros emitiendo una señal. Poco a poco fueron aumentando la frecuencia hasta que la luz generada impedía que los oficiales pudieran ver nada en absoluto. La luz invadía el templo y llenaba de energía las rocas de las paredes. Haces de luz comenzaron a surgir de todas las direcciones, enfocándose en el centro del salón, justo entre los dos obeliscos, generando una luz rojiza. Las manos de los oficiales se mantenian firmes en los orificios, y ambos observaban maravillados el espectáculo, sin prestarle atención a nada más. Parecía como si no tuvieran conciencia de sus propios actos, como si fueran manejados por el templo mismo.
-Comandante Lexx, alférez Vek, retírense de allí inmediatamente- gritó la Capitán.
Pero los oficiales no respondían. Rápidamente, el alférez Mel tomó de la cintura al Comandante y tiró fuertemente en dirección opuesta a los obeliscos, al igual que la Capitán hizo con Vek. Con una gran fuerza, los cuatro fueron arrojados contra el muro. Se sintió un gran estallido seguido de un silencio completo. Las luces se habían detenido. En su lugar, una pequeña esfera de luz roja brillaba en el centro del salón, allí donde se concentraba anteriormente la energía.
El día ha llegado al fin- se oyó a su alrededor- los he estado esperando.- la fuerte voz parecía provenir de la pequeña esfera roja.

Sexta Parte

El Oficial Médico en Jefe de la U.S.S. Asimov Sebastián Castillo trabajaba en la Enfermería de la nave. El “ataque” los había tomado por sorpresa y varias personas estaban heridas. Las heridas no eran graves pero Castillo, como de costumbre, no se permitía ningún retraso, y apenas dejaba que su enfermera lo ayude. Se movía de un lado a otro de enfermería sin descanso, para él, lo primero y principal era cumplir con sus obligaciones como doctor y luego se tomaría el tiempo necesario para las demás cosas. Era extremadamente dedicado en su trabajo, y no se distraía por ningún motivo.
Mientras tanto, Eneas Hayes estaba en el puente, con una gran frustración. La nave estaba fuera de su control. Avanzaba en línea recta, sin detenerse ni reducir la velocidad. La Asimov se movía con una energía que no producían sus máquinas sino que se generaba en el exterior, en alguna parte de aquel espacio oscuro. El betazoide había ordenado a la computadora que busque en sus archivos algún hecho similar en la historia, pero salvo por ciertos episodios aislados de fenómenos extraños (como el “espacio sin estrellas” hallado por el U.S.S. Enterprise, bajo el mando de James Kirk), parecía que no había ningún registro de algo semejante.
La mente de Hayes buscaba arduamente una solución a este problema. Lo mismo sucedía en Ingeniería, donde el Ingeniero Blue trabajaba sin parar para poder poner en marcha las máquinas. Pero a pesar de sus esfuerzos no podía encontrar la manera de encender la reacción de materia-antimateria. La situación era desesperante, tanto como para que Eneas Hayes considere la posibilidad de encender el núcleo warp manualmente, lo que provocaría que aquel que lo encendiera sufra una contaminación de radiación suficiente para matarlo.
Pero, de repente, el betazoide se levantó de la silla del capitán donde había estado sentado. La computadora había detectado un objeto celeste delante de la Asimov. Era pequeño a primera vista, y la nave se dirigía directamente hacia él.
-Alférez, - le dijo Hayes a un joven ubicado en los sensores - amplíe la imagen y analice.-
En la pantalla apareció un planeta. La superficie no estaba visible, ya que el planeta estaba cubierto por densas nubes. Parecía como si estuviera siendo abatido por constantes tormentas eléctricas. En su órbita había un pequeño satélite natural, mas parecido a un asteroide que a una luna.
-Los sensores indican que el planeta es clase L. La atmósfera esta compuesta por altos niveles de oxígeno, nitrógeno y dióxido de carbono, pero las nubes son de lluvia ácida, producto de un extraño clima. El planeta es incapaz de sostener vida, pero su atmósfera es respirable. Parece ser que la fuerza que nos impulsa proviene de algún sector del hemisferio norte del planeta-
-¿Algún indicio de la capitán y los demás oficiales ?-
-Los sensores no detectan ninguna forma de vida sobre el planeta, pero las tormentas pueden estar engañando a los sistemas. Debo aclararle señor que ningún tipo de transportación es recomendable en estas condiciones.- exclamó el alférez.
-¿En cuánto tiempo estaremos en rango?- preguntó el teniente comandante Hayes
-A este paso, en cerca de 20 minutos estándar.-
-Veremos entonces que es lo que esta sucediendo allí-

Septima Parte

Millones de años antes que la Federación naciera, milenios antes de que los primeros vulcanos decidieran avanzar por el camino de la lógica, o que el primer humano se irguiese sobre la Tierra, una civilización había prosperado en aquel sector de la galaxia hasta alcanzar el viaje interplanetario. Esta civilización era la Iconiana. Pero el viaje interestelar no era como el que nosotros conocemos. La tecnología de transporte Iconiana se basaba en cierta especie de puertas que atravesaban el espacio, permitiendo que una persona o un equipo viaje de un lugar a otro de la galaxia dando un solo paso. Así, la civilización Iconiana había sembrado su conocimiento desde su planeta natal Iconia a toda la galaxia, convirtiéndose en el ancestro original de muchas razas. Pero poco a poco los Iconianos fueron desapareciendo, fruto del miedo de otras razas o de su propia dispersión por el espacio, convirtiéndose en una leyenda. Lo único que quedaba ahora de los Iconianos era su planeta santuario Drakontos, muy cerca de donde solía estar Iconia, donde yacían los restos de toda su civilización. El sector donde se ubicaban estos dos planetas era un sector conflictivo, disputado entre dos potencias, y conocido como la zona neutral, y Drakontos era el planeta hacía donde la Asimov se dirigía.
Algunos años antes de que la Asimov fuera botada, otra nave federal había encontrado Iconia. Esta nave era la U.S.S. Enterprise-D, bajo el mando de Jean-Luc Picard. El capitán Picard y su tripulación habían corrido un gran riesgo al ingresar en la zona neutral en busca de la mitológica Iconia, pero este riesgo no fue en vano. Iconia fue hallada y su tecnología aún existente fue descubierta, pero para evitar que fuera mal utilizada, la central del viaje Iconiana fue destruida por el mismísimo Picard, quien no se imaginó las terribles consecuencias de sus actos. La fuente de energía de la central Iconiana era muy compleja, producto del vasto conocimiento de los científicos de Iconia, creada con la materia prima del universo mismo. Al destruirse, todos los materiales que habían estado contenidos por centurias fueron liberados, mezclándose y extendiéndose lentamente por toda Iconia. Los elementos básicos de la vida y la existencia se encontraron juntos, como no lo habían estado desde la Gran Explosión, un pequeño nuevo universo comenzó a formarse, y se extendió como una pequeña mancha oscura.


-¿Quién, o debería decir qué, es usted ?- preguntó la capitán Jefferson a la pequeña esfera luminosa en el centro del templo.
-Buenos días, querida. Soy Aldouz, único descendiente y heredero de la civilización de Iconia- exclamó la voz grave y profunda.
-¿Se refiere acaso a la Iconia de los cuentos para niños?- preguntó el alférez Mel.
-¡Que blasfemias estoy oyendo !¡Acaso este joven ignorante ha rebajado a mi gran pueblo el nivel de fábula ! Terrible sería tu fin si otra fuese la situación en la que te escuchase pronunciar esas palabras. Mas ahora no hay tiempo que perder, la gran búsqueda debe comenzarse antes de que todo esté perdido.-
-Perdón, ¿podría explicarnos que es lo que esta sucediendo aquí ? ¿Es usted realmente un Iconiano ?- exclamó la Alférez Vek
-No soy tan sólo un Iconiano, soy todos los Iconianos. Mi civilización desapareció hace ya mucho tiempo, pero los Grandes se dieron cuenta de la decadencia de mi gran Imperio Iconiano, y decidieron prevenirse antes de que nos convirtiésemos en un mito (algo que desafortunadamente parece que igualmente ocurrió). Fue entonces cuando yo fui creado, o debería decir recolectado. Soy la esencia misma de la civilización Iconiana, todos en uno. La vida y experiencia de cada Iconiano que ha existido alguna vez fue almacenada y convertida en lo que soy ahora. Así también, los Grandes prefirieron crearme como una entidad no corpórea para que así yo pudiera perdurar más en el tiempo y transmitir el mensaje que ellos deseaban que transmita. Fui guardado aquí, en Drakontos, el planeta sagrado para que ustedes me encuentren al fin.-
-Todo eso es muy interesante, pero ¿cuál es nuestra función en esta historia ?- preguntó impaciente el comandante Lexx.
-Al parecer, hace algunos años ciertos seres llegaron a Iconia y se atrevieron a usurpar el gran Templo (hogar de los grandes). Allí era desde donde todo el Imperio era manejado, y donde eran guardados los Prikmal, o los Diez Elementos Originales. Estos Prikmal eran la semilla de la vida, y fueron liberados, provocando la formación de un pequeño génesis, un nuevo universo, y es allí donde estamos ahora. Pero los Prikmal no fueron mezclados ordenadamente, y este nuevo universo es incorrecto. Los Grandes lo denominaban el Draknul. No debe existir aquí y ahora. Si se lo deja crecer, atrapará a todo lo existente y provocará el fin de toda la vida. Debe ser detenido lo más pronto posible o todo desaparecerá. Durante estos años he estado inspeccionando, con el gran poder de Drakontos, todo el cuadrante en busca de los seres que serían capaces de cargar con la responsabilidad de detener al Draknul, y ustedes fueron los elegidos.-
-¿Y como es que puede detenerse este Draknul ?.- preguntó la capitán Jefferson.
-Todos los Prikmal deben ser reunidos otra vez. Deben encontrarse los Diez Elementos Originales y realizar el Pakmara, la Ceremonia Secreta Iconiana, lo cuál neutralizará al nuevo Draknul y podré descansar otra vez en paz. Pero los Prikmal ya no son tan accesibles como en mis tiempos. Han evolucionado en todas las cosas que hoy conocemos, por lo cuál encontrar un Prikmal puro y original es muy difícil, una tarea muy peligrosa y complicada que solo un experimentado Iconiano podría realizar. Además, cada Elemento Original posee un poder enorme. Recuerdo que una muestra del Primer Elemento, el Prikmal mas poderoso, era guardada aquí en Drakontos, en forma de talismán. El primer Elemento otorga a quien lo encuentra de una gran fuerza interna, casi tan grande como la que el mismo planeta sagrado posee.-
- Entonces debemos hallarlo lo mas pronto posible, y así comenzar la búsqueda de los otros 9 Prikmal.- exclamó entusiasta Mel Varad.
-No tan rápido, joven bajoran.- esta vez no era Aldouz el que había hablado, la voz venía de atrás.
Todos giraron en redondo y encontraron a un romulano parado en la puerta del templo. La expresión en su rostro denotaba la frialdad característica de los romulanos, pero también una satisfacción poco común. Su mirada irradiaba un orgullo maligno, antinatural. En su mano tenía un disruptor, apuntando al centro del templo, mas precisamente a Aldouz. Y de su cuello colgaba un talismán que irradiaba una luz azulada...

Octava Parte

- Ya estamos en órbita, señor.- informó el joven alférez a Eneas Hayes.
- Infórmeme sobre las condiciones para transportación.-
- Según los sensores, sería muy peligroso intentar transportarse, y aún más enviar una nave.-
- No importa, correré el riesgo yo mismo, algo está sucediendo en ese planeta y es mi responsabilidad averiguarlo.- exclamó decidido el betazoide.
Hayes se encaminaba hacia el turbolift cuando el alférez en los sensores lo detuvo.
- Señor, detecto una anomalía extraña justo en frente de nosotros.-
Todos en el puente observaron la pantalla. Poco a poco una figura fue apareciendo de la nada, tomando una forma ya conocida por todos ellos. Era una nave romulana que había permanecido oculta durante todo ese tiempo.
- Alerta roja, levanten escudos, preparen armas.-
- Señor, los romulanos nos están llamando.-
- Abran canales.-
En la pantalla, una romulana apareció. Era morocha y, como todo romulano, de mirada seria y fría, pero igualmente era muy bonita. Parecía como si tuviera un completo control de la situación, como si supiera exactamente lo que sucedía.
- Soy la Comandante M´Rel, exijo que deje en libertad nuestra nave.-
- Lo siento comandante, pero parece que ambos estamos en la misma situación.-
- ¿Quiere decir que no es usted quien nos ha traído aquí ?- preguntó la romulana
- Absolutamente no, al igual que ustedes, estamos varados, creo que...- pero antes de que termine la frase, la nave romulana cortó la comunicación.
- Como de costumbre, los modales romulanos dejan mucho que desear.-
El sonido característico de la insignia se escucho en el puente.
- Moss a Hayes, hemos recuperado el control del timón de la nave Teniente.-
- Perfecto, prepararemos un equipo para ir al planeta.-


Mientras tanto, en la nave romulana, la comandante M´Rel se preguntaba que es lo que podía estar sucediendo. Ella estaba al mando de la nave debido a que el capitán Poltek había desaparecido. Los sensores del warbird podían detectar levemente algunas formas de vida sobre el planeta, una de ellas romulana, pero M´Rel no sabía si debía arriesgarse a una transportación. Estaba muy desconcertada. Su nave había sido enviada a patrullar la zona neutral y de repente se había visto envuelta en este problema. ¿Que debía hacer, confiar en lo que los federales le decían o obligarlos a decirle la verdad ?¿Transportar un equipo al planeta o directamente traer las formas de vida a la nave ? ¿O tal vez solamente salir de allí, ahora que había recuperado el control de la nave ? Para ser su primera experiencia al mando, era una experiencia bastante complicada.


- Bueno, bueno, esta situación es muy interesante.- exclamó el romulano mientras apuntaba su disruptor directamente a Aldouz. - Parece ser que estamos todos atrapados aquí en esta, como dijo que se llamaba...Draknul, y la única manera de salir es mediante mis recientemente adquiridos poderes o utilizando la fuerza de este planeta. Eso me pone a mí, Mirannis Poltek, en una posición bastante respetable ¿no ?.- en el rostro del romulano se dibujaba una sonrisa maliciosa
- Por favor, devuelva el Primer Prikmal, no sabe con lo que se está metiendo, usted ya no controla sus impulsos.- la voz de Aldouz parecía desesperada.
- Y que sabes de impulsos si ni siquiera tienes cuerpo.-
- El Primer Prikmal le da poderes extraordinarios pero también lo despoja de toda su voluntad. No es usted el que está hablando, es el amuleto. Él lo controla. -
- No me importa lo que digas, ahora yo manejo todo este poder y ni tú ni nadie podrá sacármelo jamás.-
Mientras Poltek y Aldouz discutían, Mel Varad se había estado acercando poco a poco al romulano. Estaba a punto de saltar sobre él cuando Poltek se dio vuelta y observó fijamente a Varad. Su mirada irradiaba una furia incandescente, azulada como el talismán que colgaba sobre su pecho. De sus propios ojos surgió una fuerza que elevó al alférez Mel por sobre su cabeza y lo arrojó fuertemente contra un muro, dejándolo inconsciente.
- Nadie se atreva a cometer semejante estupidez nuevamente.- gritó Poltek, su voz cada vez mas grave y gutural. Se veía que el talismán iba aumentando el control que tenía sobre él.
- Señor Poltek, quisiera que lleguemos a un acuerdo.- comenzó la Capitán Jefferson.- El Prikmal que usted posee es parte de una colección que debe ser recuperada, sino, todo el universo está en peligro, incluso usted.-
- Eso ya lo sé, mujer federal, y es por eso que no se los entrego, el poder que este amuleto me da es mayor de lo que usted se imagina, con él, podré controlar todo el Cuadrante y más. Podré convertirme en la mayor potencia de toda la Galaxia. Y eso supera cualquier peligro al que pueda estar enfrentando. Acaso no lo entiende, siendo yo quien controla la Galaxia, nada podrá detenerme, ni siquiera este Draknul. Pero sólo hay una cosa que impide que yo lleve a cabo mis planes, y eso es este maldito Drakontos y su embajador Aldouz. Solo ellos pueden llegar a contrarrestar mi potencia. Pero el planeta no puede funcionar sin Aldouz, y es por eso que pienso destruirlo.- el romulano apuntó el disruptor directamente a la esfera rojiza.
Pero de repente, a la derecha de Poltek, los rayos de un transportador comenzaron a delimitar una forma humanoide. Alguien intentaba transportarse al planeta a través de las densas tormentas de ácido. La atención de Poltek se vio distraída por una fracción de segundo, el tiempo justo como para que Vreel Lexx se arrojara sobre él. Pero Lexx no se ocupó de derribar al romulano, sabía que el poder radicaba en el talismán. Sus manos rodearon el objeto y lo arrancaron del cuello de Poltek. Pero el romulano tampoco se dejaba arrebatar el poder así de fácil. Con una mano se aferró del amuleto en manos del trill y con la otra tomó su cuello, intentando estrangularlo. El talismán brillaba entre los dedos de ambos con mayor fuerza que hasta ese momento. Inesperadamente, un estruendoso estallido invadió la sala, paralizando a Elina Vek y la Capitán que iban en ayuda de Lexx. El amuleto se había dividido en dos partes. El gran impulso liberado arrojó a Poltek y a Lexx a las esquinas opuestas del templo. Mientras tanto, el rayo transportador había terminado de materializar a la comandante M´Rel en el planetoide, quien se dirigió directamente a donde Poltek había caído, pero antes de que pudiera acercarse, una gran luz rodeó al romulano y desapareció.
A su vez, otro rayo transportador apareció en la sala. Era Hayes y su grupo de rescate, llegando un poco tarde para la acción. Vreel Lexx se incorporó lentamente, con la mitad del talismán entre sus manos.
- Rápido,- exclamó Aldouz.- Poltek se ha escapado, debemos hacer algo.-
- Pero tu eres el ser omnipotente, haz algo.-
- Mi poder no es tan grande como parece, no tanto como el poder del Primer Prikmal, además, es necesario que el planeta y yo interactuemos de una manera especial para que...-
En el medio de la explicación de Aldouz, se oyeron unos estallidos cerca del templo.
- Teniente Hayes, la nave romulana ha comenzado a disparar contra el planeta.- el alférez se estaba comunicando desde la Asimov al equipo.
- Habla la capitán. ¡Deténgalos!.- respondió Jefferson.
Las órdenes del capitán fueron recibidas por los oficiales en la Asimov. Desde el arsenal de la nave surgieron tres torpedos que estallaron en la nave romulana. Pero los warbird habían sido diseñados para resistir mas que tres torpedos de photon, además, la nave parecía estar protegida por algo mas especial que un simple escudo y continuaba disparando a Drakontos, intentando destruir el planeta mismo.
- Váyanse de aquí humanoides, yo intentaré detener a Poltek.- exclamó Aldouz a viva voz.
- M´Rel a warbird, transpórteme.- la joven romulana intentaba desesperadamente ser transportada nuevamente a su nave.
Pero los romulanos parecían no tener otro objetivo mas que la destrucción de Drakontos. Los disparos se volvían cada vez mas frecuentes y la estabilidad del planeta cada vez mas frágil.
- Jefferson a Asimov, prepare transportación para el equipo y una romulana. Energice.-
El rayo transportador invadió los cuerpos del equipo, separando molécula por molécula y volviéndolos a depositar a salvo en la Asimov. Una vez en la nave, un equipo de seguridad acompañó a M´Rel a una habitación, mientras que la capitán y sus oficiales se dirigieron directamente al puente, desde donde continuaban intentando detener al warbird.
- Señor, los torpedos de photon no parecen dañar la nave.- informó Elina Vek desde su puesto.
- Prepare los torpedos quantum y dispare.- ordenó la capitán.
El torpedo quantum atravesó la extraña coraza que cubría la nave romulana e impactó sobre ella, causándole un gran daño estructural. Los disparos se detuvieron.
- Parece que lo logramos, Capitán.- exclamó Vreel Lexx, que se había ocupado de mantener el amuleto en su poder pero con cuidado para evitar que la codicia lo invada.
Pero sin embargo, Poltek parecía obsesionado con cumplir con su objetivo. Con el poco poder que el warbird aún tenía, la nave comenzó a avanzar directamente hacia el planeta, en una maniobra kami-kaze. Antes que la Asimov pudiera detenerlo, el warbird ingresó en la atmósfera, enfilando al sector donde se ubicaba el templo de Aldouz. Como un asteroide, la nave se fue desmembrando por la fricción a medida que atravesaba las capas atmosféricas. Con una extraordinaria explosión, el warbird impacto contra Drakontos, que apenas había podido resistir el ataque anterior, provocando una serie de explosiones e implosiones sobre el planeta. La magnitud del estallido fue tal que empujó a la U. S.S. Asimov fuera de la órbita, arrojando a los tripulantes al piso. Drakontos explotó en mil pedazos, iluminando el espacio sin estrellas del Draknul, destruyendo la última esperanza de escape de la U.S.S. Asimov.
-Que los Profetas nos ayuden...- rogó Mel Varad.
En ese instante una pequeña luz apareció en el espacio. De entre los restos de la explosión de Drakontos surgió la entidad que los había llevado hasta ese lugar, y se dirigió al puente de la Asimov. El último Iconiano y todos los Iconianos a la vez. Era la salvación de la tripulación de la U.S.S. Asimov: Aldouz, descendiente, único heredero y embajador de la civilización de Iconia.
- Capitán, debo tristemente informarle que mi planeta ha sido destruido, al igual que todo lo que queda del Antiguo Imperio (salvo yo), pero creo que los Grandes sabían que esto iba a ocurrir algún día. Jovencita, me veo obligado a pedirle asilo. Según veo, su nave posee una computadora un poco primitiva pero capaz de albergarme en alguno de sus circuitos.-
- Embajador Aldouz, será un placer para mí y para toda la Federación Unida de Planetas el aceptarlo a usted momentáneamente como parte de mi tripulación. Su ayuda será muy necesaria cuando comencemos la búsqueda de los nueve Prikmal restantes.-
- Pero debo informarle señorita, que a pesar de que la nave romulana se destruyó con Drakontos, la amenaza de Poltek continúa en pie, debido a que pudo escapar gracias al poder del Primer Elemento Original. Afortunadamente, como puedo ver el amuleto fue partido en dos, por lo cuál el poder de Poltek ha disminuido a la mitad, aunque continúa siendo una amenaza para todos nosotros.-
- Creo que por ahora no nos traerá muchos problemas. Ahora si es usted tan amable, puede sacarnos a nosotros y a los restos de la estación Musso III fuera de este Draknul.-
- Con todo gusto, ya casi había olvidado a esa pequeña estación espacial. Fue un buen anzuelo ¿verdad ?.-


Una vez liberados del Draknul la Asimov se comunicó con el sector 001, informándoles la situación y requiriendo nuevas órdenes. La Federación Unida de Planetas y el Imperio Romulano debían decidir que iba a hacerse, ya que el Draknul se había formado en la zona neutral. Luego de algunas charlas diplomáticas (durante las cuáles uno de los temas tratados fue la sospechosa destrucción del warbird), decidieron que la tripulación de la U.S.S. Asimov era la indicada para realizar la búsqueda de los Nueve Elementos Originales restantes y poder concretar el Pakmara. La única condición que pusieron los romulanos en el acuerdo era que un representante de su gobierno participe en la búsqueda como parte de la tripulación. Debido a su intervención en el asunto la elegida para esta tarea fue la Comandante M´Rel.
Para poder alcanzar ese objetivo y mantener bien observados a los humanoides, el Embajador de Iconia Aldouz decidió permanecer en la nave, albergado por las conexiones bioneurales de la computadora. Su tarea consistiría en encaminar a la U.S.S. Asimov en la búsqueda, ya que era el único que podía reconocer un Prikmal al verlo y el único que sabía donde podían llegar a encontrarse.
Pero la búsqueda iba a ser muy difícil, llena de problemas y complicaciones. Los Elementos Originales estaban perdidos en la inmensidad del Universo, casi extintos, y les llevaría mucho tiempo poder encontrados. Esa era la misión de la tripulación de la mas nueva y mejor equipada nave de la Federación. Y estaban seguros de que iban a ser capaces de conseguirlo.

Creado por : Facundo Santiago
Agradecimientos: Pablo Turnes y Alejandro Toro Jofré