29 agosto 2005

Episodio 2.
Sangre roja o sangre verde

Primera Parte: Sangre roja

El teniente Hayes iba camino a sus habitaciones, luego de haber terminado su turno. Estaba agotado, ya que con la llegada y permanente estadía de la comandante Romulana M’Rel había habido mucho movimiento. No sólo eso, sino que con la nueva configuración de la computadora central para el embajador Iconiano, Aldouz, y con las restricciones necesarias que se toman para con los Romulanos, el movimiento había sido demasiado.
Casi llegando, pasó por la habitación de la Romulana. En la puerta había dos guardias, un arreglo que realmente le disgustaba, pero era una decisión de los altos mandos y él nada podía hacer. Había en total siete Romulanos en la nave: la comandante y seis guardias. Al menos se las arreglaría para mantenerlos distanciados, aunque no creía que la idea de los verdosos fuera hacer sociales. Él y la capitana Jefferson pensaban igual de esos tipos; eran soberbios, desconfiados hasta los extremos y engañosos. Lo último con lo que uno quisiera convivir en una nave estelar. Las puertas de su habitación se abrieron.
-Luces- ordenó a la computadora
Las luces se prendieron inmediatamente. Caminó hacia el centro y miró para todos los lugares, como si alguien pudiese estar esperándolo para sorprenderlo distraído y... “Uno nunca sabe”- siempre se repetía - “Y más con los verdosos en la nave”. Una vez que se aseguró que no había ningún “intruso”, se agachó y tanteó bajo su cama hasta encontrar la caja carmesí. La abrió (no sin antes volver a asegurarse de que no había nadie) y sacó el valioso tesoro: un hipospray y su tan atesorada carga. Casi sin mirar cargó el hipospray, lo colocó sobre su cuello y presionó. Se recostó y todo fue paz. “Estás tan solo, Eneas” - se dijo a si mismo -, y antes de dormirse, una lágrima se deslizó por la mejilla del jefe de seguridad.

La capitana Jefferson se dirigió a la puerta de la comandante M’Rel. Los guardias Romulanos no se molestaron ni siquiera en mirarla, un gesto por demás soberbio y desinteresado. “¿Cómo pueden existir seres tan desapasionados?”- se preguntó a si misma -
-Entre - se escuchó desde el interior de la habitación.
Las puertas se abrieron, y la capitana entró cautelosamente, sintiéndose interiormente incómoda. Le molestaban los Romulanos, pero debía obedecer órdenes, y eso es exactamente lo que iba a hacer.
- Buenas noches, comandante. ¿La interrumpo?-
- No- dijo fríamente la Romulana - ¿cuál es su problema?-
- Ninguno...-
-¿Entonces?- interrumpió fríamente la romulana.
- Quería aclarar algunos puntos sobre su estadía- explicó Jefferson -Usted y sus hombres podrán circular por la nave excepto en Ingeniería, la bahía de transporte, cualquier área que tenga que ver con los sistemas críticos de la nave y podrán tener acceso limitado a los archivos de la Federación. Usted tendrá un lugar en el puente y se le considerará una oficial mayor dentro y fuera de la nave, para toda mi tripulación sin excepciones.-
M’Rel respondió sin inmutarse:
-Todos los puntos que me acaba de aclarar ya habían sido anteriormente estipulados en el manifiesto del tratado del Imperio Romulano y la Federación. Dígame realmente por que está aquí.-
La capitana la miró fijo por unos segundos, luego se acercó mientras decía:
-Yo no le agrado y usted no me agrada, M’Rel. Sépalo. Sépalo bien. Porque la voy a vigilar muy de cerca, a usted y a sus gorilas; y si llego a descubrir que han tratado de engañar, sabotear o lo que sea que siquiera roce alguna regla o norma de mi nave, yo misma los envolveré en un torpedo quantum con un moño verde y los enviaré de regreso a Romulus, y créame que cuando digo esto lo digo muy en serio.-
La habitación quedó en completo silencio, cargada de tensión y nerviosismo.
-¿Es una amenaza o un desesperado intento por querer mostrar una autoridad que no tiene? Porque admítalo capitana Jefferson, cuando le asignaron esta misión usted no esperaba tal responsabilidad y sinceramente usted no está preparada para llevar ese uniforme y mucho menos cuidar del destino del Universo. ¡Que diablos, usted no podría cuidarse ni a sí misma!-
Por primera vez la Romulana levantó la voz.
- Créame,- dijo totalmente enfurecida la capitana - la única razón porque ahora mismo no está fuera de esta nave flotando en el espacio es por el trato entre la Federación y su gente. Pero en cuanto tenga la oportunidad de hacerlo, ¡se va usted y toda su comitiva al infierno!
- No creo que tenga esa oportunidad, capitana. Y de haber algún problema, adivine quién terminaría flotando allí afuera.-
Las dos se quedaron mirándose fijamente. Finalmente, la capitana comenzó a caminar hacia la puerta y antes de irse, le dijo sin mirarla:
-A las 0700 horas habrá una reunión de oficiales mayores.-
Luego se alejó rápidamente de aquel lugar, con la intención de no tener que volver nunca más. M’Rel se sentó en su sillón y pronunció para sí un insulto en Romulano, intraducible aunque la traducción era innecesaria dada la situación.

Segunda Parte: Tras la pista del prikmal

Al dia siguiente, los oficiales superiores asistieron a la reunion en la sala de conferencias. Allí estaban Aldouz, M´Rel, el comandante Lexx, la alferez de ciencias Elina Vek, y el jefe de ingenieria Moss.
- Bien, comencemos. - ordenó la capitana - Con la ayuda del embajador Aldouz, hemos sido capaces de detectar lo que posiblemente sea la primera pista hacia uno de estos elementos. El problema es que parece encontrarse en un planeta afuera de el territorio de la Federación. De hecho, no está dentro de ningún espacio especial. Es tierra de nadie.
- Capitana, no entiendo del todo el problema. - dijo el comandante Lexx -Si es tierra de nadie entonces debería ser fácil de conseguir.
-El problema, comandante, es que en ese planeta hay una civilización primitiva y por lo tanto el contacto está restringido. Debemos idear una forma de tomar el Prikmal sin tener ningún tipo de contacto con esa especie. ¿Sr. Moss?-
El Bolian se puso de pie y caminó hacia una de las pantallas de la sala de juntas. La otra pantalla estaba siendo “ocupada” por Aldouz, ya que éste era no era una entidad física sino energía pura retenida ahora en los circuitos de la computadora del U.S.S. Asimov. El Jefe de Ingeniería activó la pantalla, donde se podía visualizar un mapa del planeta en cuestión.
- Aquí podemos ver un mapa de Anglox. Su atmósfera está formada en gran parte por hidrógeno y helio, con un porcentaje menor de oxígeno y dióxido de carbono. La señal del artefacto parece provenir de varios kilómetros bajo tierra. El problema es que por alguna razón desconocida el Prikmal interviene con la señal del transportador, por lo tanto tendrá que bajar un equipo para recogerlo. He de advertir que la transportación a tanta profundidad puede ser peligrosa.
- ¿Embajador Aldouz? - preguntó la capitana girando su silla hacia atrás donde se ubicaba la pantalla que contenía al ser Iconiano - ¿Puede agregar algo a lo dicho?-
- Bien capitana, sí.- la voz artificial sonaba mecánica, pero aún así con un estilo único - He estado estudiando sus sistemas de transporte y sinceramente son muy primitivos.-
El teniente Moss hizo un gesto de desagrado.
-Es por esa razón que los Prikmal siempre interferirán con su señal. Además debe tener cuidado dado que algunos de ellos pueden resultar dañinos para su tripulación. Eso es todo.-
- Bien, gracias.- respondió la capitana - ¿Alguien más?- preguntó girando nuevamente su silla hacia el resto de los oficiales. -¿Comandante M’Rel?-
- No tengo nada que agregar.- dijo insolentemente, como de costumbre, la Romulana.
-Bien, entonces será hasta dentro de 12 horas. Teniente Hayes, usted se hará cargo del equipo explorador.
El Betazoide pareció no haber escuchado, como si estuviese a millones de años luz de la sala de reunión. La capitana Jefferson y el comandante Lexx intercambiaron miradas de incertidumbre.
-¿Señor Hayes, hay algún problema?-
El Jefe de Seguridad pareció volver en sí.
-¿Qué...eh...? Oh, disculpe capitana, estaba distraído. Claro que lo haré.-
- Se ve usted cansado.- dijo el comandante - Descanse. Lo necesitaremos para cuando baje.
- Bien, eso es todo. Hasta dentro de 12 horas.-
Todos se retiraron. Todos menos el teniente Hayes, quien se quedó un rato mirando el espacio. Luego salió y se dirigió hacia su cuarto.

La comandante M’Rel entró a la sala de transportación. Era la única que faltaba del grupo explorador. Ya listos para ser transportados se encontraban el teniente Hayes, el Jefe de Ingeniería Moss y la alférez Vek. La Romulana se ubicó en su lugar dentro del centro de transportación. El teniente Hayes miró al oficial que estaba manejando la consola del transportador.
-Listos para transportar.-
El oficial activó los controles y el grupo explorador se desvaneció en un destellos azul. El equipo explorador se rematerializó en unas cuevas subterráneas. La alférez cardassiana activó su tricorder.
-La señal parece provenir de unos veinte metros hacia el sur, aunque no podría decirlo con seguridad, ya que el Prikmal hace interferencia con la señal del tricorder.-
- Bien- dijo el teniente Hayes- Mantengan los ojos abiertos. No sabemos con que nos podemos llegar a encontrar.-
El grupo comenzó a avanzar lentamente mientras vigilaban todo a su alrededor. Al frente iba el jefe de seguridad, seguido por la alférez Vek y el Bolian Moss. M’Rel iba última. Mientras avanzaban por el terreno irregular, a la Romulana le pareció oír unos pasos. Inmediatamente se volvió apuntando con su disruptor hacia la oscuridad. Verificó el lugar con su linterna de mano. Al no ver nada, continuó su camino. “M’Rel”. Ésta se detuvo como si hubiese recordado algo terrible. La voz le parecía conocida. Miró hacia todos los ángulos frenéticamente, mientras el resto del grupo se alejaba.
-¿Quién llama?-
El silencio parecía eterno. “¿Acaso no me reconoces?” La voz parecía provenir distorsionada de su propia cabeza. “Soy yo.” Entonces M’Rel se dio cuenta.
-Poltek- dijo casi como sin poder creerse a ella misma -No puede ser.-

Tercera Parte: Lealtades divididas

“Ah, si que lo es, mi querida M’Rel. Yo te he estado observando, y he visto como has tenido que aceptar la convivencia entre esos Federacionistas que te miran con desprecio. Yo te ofrezco la oportunidad de unírteme y así conquistar este poder para el Imperio.”M’Rel miró fríamente al vacío.
-¿Por qué estarías interesado en mí? Ese poder podría ser para ti, sin necesidad de alianzas. Además, el Imperio Romulano aceptó esta alianza temporal con la Federación, y tus acciones son consideradas una traición hacia nuestra raza. Pusiste en peligro nuestros destinos, por lo tanto no creo en nada de lo que me digas.-
El silencio nuevamente envolvió el lugar, haciéndose casi sofocante. “M’Rel, no te pido que me entiendas, pero si es verdad lo que dices de mí, ni siquiera debería estar hablándote ahora. Quiero que pruebes algo de lo que te ofrezco.” Un destello iluminó la oscuridad, y se dirigió hacia M’Rel.

El resto del equipo explorador había llegado finalmente al lugar donde estaba el Prikmal. Éste brillaba, despidiendo una luz anaranjada-rojiza.
-No hay niveles de radiación peligrosos- confirmó Moss. -Podemos tomarlo.-
La alférez Vek se dirigía ha tomarlo cuando el teniente Hayes alarmado preguntó:
-¿Dónde está la comandante M’Rel?-
Todos se miraron atónitos. Ninguno se había dado cuenta de su desaparición. Finalmente el teniente Hayes miró a sus oficiales.
-Moss, usted vendrá conmigo. Alférez Vek, transpórtese a la nave con el Prikmal. En cuanto hayamos recuperado a la comandante M’Rel, volveremos.-
La alférez cardassiana presionó su comunicador.
-Vek a la Asimov. Transporte para uno.-
Todos se quedaron esperando a que se transportara, pero no sucedió. La alférez volvió a intentarlo pero nuevamente nada sucedió.
-No podrán hacerlo.- dijo una voz proveniente de la nada. -Ahora yo tengo el control de la situación.-
Una fuerza invisible derribó a la joven cardassiana, y el Prikmal desapareció.
-Era un señuelo- exclamó Moss.
Una figura se descubrió en la oscuridad. Era M´Rel.
-¿Sorprendido, teniente?-
-¿Qué diablos está haciendo? ¿De donde sacó esa... fuerza?-
Una nueva figura apareció. Era el Capitán Poltek.
-Creo que yo puedo responder a eso.-

En el puente de la Asimov, la capitana Jefferson se paseaba nerviosa en su habitación. Ni siquiera la melodía de Mozart lograba calmarla. En eso sonó el comunicador. La tranquila voz del comandante Lexx le pidió que fuera al puente de inmediato. La Capitana se dirigió allí con toda velocidad. Tal vez al fin llegarna las buenas noticias.
-¿Qué sucede?- preguntó ansiosamente.
El comandante la guió hacia una consola.
-Hace dos minutos recibimos una llamada de la Alférez Vek pidiendo ser transportada. Nos disponíamos a hacerlo pero la señal se perdió abruptamente, y ya no pudimos volver a ubicarla.-
La capitana verificó los gráficos de los sensores.
-¿Podrá tener que ver con la interferencia del Prikmal?
-Al principio pensamos lo mismo,- explicó Lexx -pero luego de hacer los ajustes necesarios, la señal seguía perdida. Y algo aún más extraño fue este campo de energía que se formó allá abajo. El patrón de energía concuerda con el tipo de energía que había en el planeta donde encontramos a Aldouz.
La capitana inmediatamente se dirigió a la consola donde se encontraba el representante de la extinguida civilización Iconiana.
-¿Tiene alguna explicación para esto, Embajador?-
La voz artificial respondió:
-Creo que la hay, y si estoy acertado, estamos en un grave peligro.-

Cuarta Parte: Engaños y lamentos

Poltek. El teniente Hayes casi no podía creer lo que veía. Habia estudiado todo lo relacionado con el capitán Poltek luego del incidente en Drakontos. Sabia que su codicia lo habia llevado a avanzar mas y mas en la carrera militar en Romulus hasta que perdio la oportunidad de conseguir el cargo de Pretor en manos de un joven acomodado. Sabia también que este joven Pretor, al ver en Poltek una amenaza a su puesto lo habia enviado a la fatidica misión en la Zona Neutral. Allí Poltek vio en el Primer Prikmal una oportunidad para alcanzar el poder que siempre habia codiciado.
-¿Qué hace usted aquí?- preguntó ingenuamente.
-Teniente, - respondió el Romulano despectivamente - yo soy el que hace las preguntas, y usted el que responde.-
Al mismo tiempo que decía esto levantó una mano y el teniente Hayes salió despedido hacia una pared de la caverna, golpeándose duramente contra la rocosa superficie. Inmediatamente los otros dos oficiales, la alférez Vek y el teniente Moss, salieron a socorrerlo.
-Él está inconsciente, pero vivirá.- aseguró Poltek - en cuanto a ustedes dos... tengo planes muy importantes para el futuro. Claro, ¡para MI futuro!-
La risa siniestra del Romulano se desplazó por toda la cueva, como un eco aterrador, y en ese momento hasta M’Rel tuvo miedo.

-¿Qué quiere decir con que estamos en problemas? - preguntó la capitán Jefferson más que preocupada a la imagen en la pantalla donde se encontraba el Embajador Aldouz - ¿Otro problema más que el de perder a miembros de mi tripulación en un mundo desconocido y potencialmente peligroso?-
La voz del monitor le respondió fríamente:
-Así es. El hecho de que hayan detectado el mismo tipo de energía quiere decir que la otra mitad del talismán está allí abajo, y por lo tanto...-
Aldouz no había terminado de hablar cuando Lexx lo interrumpió.
-...eso significa que el capitán Poltek ha matado o capturado a los nuestros, y que nosotros seguimos.-
Aldouz comenzó nuevamente:
- Así es, comandante. Pero dudo que los haya matado. Los debe tener de rehenes para forzarnos a entregarle la otra mitad del talismán. Capitana, no podemos correr ese riesgo.-
La capitana meditó pausadamente. El comandante Lexx se le acercó y le dijo casi en secreto:
-No podemos abandonar a nuestros hombres. Tenemos que traerlos de vuelta.
-Sí, pero también hay que pensar en el resto de la galaxia. Embajador, ¿este talismán le da el poder a Poltek para llegar a nuestra nave?-
-No. Es por eso que quiere conseguir nuestra mitad. Al hacerlo, tendría la capacidad de sumar a su poder el de los posibles prikmales a encontrar, lo cual sería nuestra perdición.-
En ese mismo momento, el alférez Varad se dirigió al comandante Lexx.
-Comandante, estoy recibiendo una señal. Creo que es de uno de los comunicadores.-
-Deje que escuchemos, alférez.-
El alférez tecleó unos comandos y la señal salió al aire.
-Aquí la alférez Vek. ¿Pueden oírme?-
La capitana respondió:
-La escuchamos alto y claro. ¿Qué sucedió? Los perdimos como por una hora. ¿Están todos bien?-
Hubo una pausa. Luego la voz de la alférez cardassiana volvió al aire.
-Fuimos atacados por nativos del planeta. Logramos escondernos en un pequeño refugio natural, pero la señal del comunicador no llegaba bien. El teniente Hayes fue golpeado y está inconsciente. Luego de que los nativos se alejaron, pudimos restablecer contacto. Tenemos el Prikmal con nosotros.
La capitana suspiró aliviada.
-Bien, prepárense a ser transportados.- Luego oprimió su comunicador y dijo - Jefferson a enfermería.
-Aquí Castillo.-
-Doctor, prepárese para recibir a un tripulante herido.-
Aldouz la interrumpió:
-Recuerde capitán que todo puede ser una trampa de Poltek.-
-No se preocupe Aldouz, esta todo bajo control.-

Quinta Parte: Sangre verde

El transportador se activó, y el teniente Hayes, sostenido en brazos por el oficial Moss y la alférez Vek, se rematerializaron en la U.S.S. Asimov. La capitán Jefferson y el Comandante Lexx estaban observando.
-¿Dónde está la comandante M’Rel?- Preguntó el Trill. Los recién transportados no respondieron.
-¿Le sucedió algo malo?- volvió a preguntar el comandante impacientemente.
En ese momento, un halo de energía rodeó a los cuerpos de los oficiales. Estos se desplomaron inconscientes, y de la nada se formaron dos figuras hasta hacerse sólidas. Eran Poltek y M’Rel. Poltek en seguida derribó a los que allí se encontraban. Luego escapó por los pasillos de la nave con M’Rel como guía.
-¿Dónde esta la otra mitad?- preguntó casi gritando.
-Está en una habitación especial en la cubierta 8. Está siempre vigilada.-
Poltek hizo una mueca que emulaba una sonrisa:
-Eso no es problema.-

Al mismo tiempo, la capitán y el comandante se recuperaban.
-Jefferson a seguridad. Tenemos dos intrusos que se dirigen a la cubierta 8. Son un hombre y una mujer Romulana. Deténganlos a toda costa.-
En la nave, los equipos de seguridad activaron los campos de fuerza y se ubicaron en los pasillos de la cubierta 8. Había un grupo de cinco defendiendo la entrada al turboascensor y diez protegiendo la puerta y sus alrededores. El clima era muy tenso. En ese mismo instante, la puerta del turboascensor se abrió y todos apuntaron hacia allí con sus rifles phasers. Pero para la sorpresa de todos, estaba vacío. Dos guardias entraron a chequear el interior del mismo, cuando dos halos de energía se “introdujeron” en ellos. Se dieron vuelta hacia donde estaba el resto de los guardias y comenzaron a disparar. Esta acción totalmente inesperada tomó por sorpresa a los guardias, quienes cayeron abatidos por los disparos en unos segundos. En la confusión de la batalla, los guardias se dieron entre ellos. Los que quedaron de pie fueron lanzados hacia los costados por el cuerpo poseído por Poltek. Abrió la puerta y allí lo vio, cubierto por un campo de seguridad. Con un movimiento desactivó el campo y abandonó el cuerpo, el cual se desplomó. M’Rel hizo lo mismo.
-Al fin. Ahora todo el poder es mío.-
M’Rel lo miró inquisitivamente.
-Querrás decir nuestro.-
Poltek, que le estaba dando la espalda, rió.
-¿Pensaste realmente que compartiría el poder? ¿Qué realmente te necesitaba? Estúpida, nada más te utilicé para entrar a la nave y para que me guiases. Ya no te necesito más.-
Con otro gesto, drenó la energía que le había brindado parcialmente a M’Rel, quien como todo el resto, cayo desplomada, no sin antes maldecirlo y maldecirse a ella misma por haber sido tan crédula.
-Y ahora - dijo Poltek - el momento que tanto he estado esperando.-
Tomó las dos partes del talismán y las unió. Pero nada sucedió.
-¿Qué pasa? ¿Qué está mal?-
De pronto, de la oscuridad del cuarto, una pantalla se activó y de ella salió una voz que le respondió secamente:
-Te equivocaste al haber intentado robar el talismán en primer lugar, y de haber venido aquí en segundo lugar. Aunque no te puedo culpar, porque después de todo sólo eres un ser débil e ignorante. Pero ya es hora de que pagues todo el mal que has hecho.-
Poltek se enfureció, y comenzó a gritar y a insultar a Aldouz, mientras amenazaba con romper la pantalla.
-Acaso crees que no pense que intentarian detenerme.- gritó Poltek.
Con toda su furia contenida apunto sus manos hacia la consola donde estaba Aldouz. De sus manos surgieron rayos luminosos que interfirieron la señal del embajador. La voz del iconiando se hacia imperceptible.
-Ya veras lo que les sucede a quienes se oponen al poder de Poltek.-
En ese momento, M´Rel se incorporó y avanzó hacia Poltek, empujándolo con su ultimo esfuerzo antes de caer rendida al suelo. En esos segundos, Aldouz pudo recuperar el control.
-Computadora, ejecute Aldouz Alfa.-
Entonces, un sonido casi imperceptible, pero aún más poderoso que el ultrasonido inundó la habitación, que al mismo tiempo fue sellada con un campo de contención. Poltek se tapó las orejas, pero el dolor lo penetraba como un aguijón. Luego de esto, se desvaneció tristemente, sin dejar rastro.
-Computadora - ordenó el Embajador Iconiano - termine programa.
La habitación quedó en silencio, y en medio de las oscuridad, la falsa mitad del Primer Prikmal relampagueaba con los restos de energía dejados por Poltek al desaparecer.

Una hora después, todos estaban en la enfermería. El doctor Castillo nunca se imaginó que iba a tener tanto trabajo. Dirigiéndose a la capitana, le informó:
-Todos están bien. No hay ningún muerto. El teniente Hayes tuvo una contusión leve. Los agentes de seguridad tuvieron suerte de que los phasers estuvieran ajustados para aturdir. En cuanto a usted y los otros, sólo fueron debilitados por algún tipo de choque eléctrico. La comandante M’Rel fue la más afectada, ya que ella estuvo más tiempo sometida a ese tipo de energía. Parece que no recuerda nada de lo sucedido, como si su voluntad hubiera sido vulnerada todo este tiempo. Pero estará del todo bien dentro de unos días, sólo necesita descansar. Lo que me recuerda que deben desalojar la enfermería. Todavía hay algunos a los que tratar.-
La capitana asintió y dejó el lugar. Se dirigió a su habitación y accesó el programa de Aldouz.
-¿Que puedo hacer por usted, capitán?-
- Quería darle las gracias por lo que hizo. Nos salvó a todos nosotros, a la nave y probablemente a la galaxia. ¿Pero cómo lo hizo?-
Aldouz dijo con tono orgulloso:
-Bien, por empezar su desventaja son esos frágiles cuerpos. Poltek podía contra todos ustedes, pero yo no soy lo que se puede considerar como a alguien común y corriente. Calculé que una banda sonora tan potente como la que utilicé anularía el control de Poltek sobre la energía del talismán. El buen capitán necesita mucha concentración para poder manejar semejante fuerza, y por suerte recién estaba aprendiendo a hacerlo. Fue una gran idea suya el poner una réplica de la mitad del talisman, sino no se que hubiera sucedido. También, no se que hubiera pasado si M´Rel no hubiera impedido que Poltek interrumpa mi programa...Por ahora no creo que Poltek sea un problema, el aturdimiento le durara bastante tiempo. Aunque nunca se sabe, todavía posee la mitad del Primer Prikmal.-

A la mañana siguiente, todo empezaba a volver lentamente a la normalidad. M’Rel estaba sola sentada en el “Agujero Negro”. Todos charlaban y reían, pero no había nada de felicidad en M’Rel. Estaba reflexionando sobre lo ocurrido, cuando alguien se sentó enfrente de ella. Levantó su vista y para su sorpresa vio a la capitán Jefferson. “Ahora me va a dar uno de sus discursos.” Pensó la Romulana.
-Comandante.- saludó la capitán fríamente.-Tenemos mucho de que hablar.-
La Romulana resignada contestó:
-Mire capitán, no estoy de ánimo para discutir. El doctor me permitió salir de la enfermería, pero todavía me zumba la cabeza. Sé lo que va a decir y tiene razón. Me iré de la nave en cuanto sea posible. Ya he hecho la carta que le enviaré a mi gobierno solicitando un reemplazo y mi abandono de la nave. Sólo falta que usted la firme.-
La Romulana tomó un poco más de su bebida. Era amarga, como sus sentimientos en ese momento.
-No lo haré.- dijo la capitán. La Romulana la miró boquiabierta. -Entiendo lo que usted hizo, y se merece un castigo. Pero el hecho de que lo reconozca y que se arrepienta de ello es un punto a su favor. Además, la necesitamos. En mi informe puse que usted fue forzada a hacer lo que hizo. Será mejor que no vuelva a cometer un error similar. En dos horas deberá presentarse en el puente. Allí la estaré esperando.-
La capitán se levantó y se dirigió hacia la salida.
-Capitán... - dijo M’Rel - gracias.-
La capitán asintió, haciéndole saber que aceptaba su agradecimiento. Mientras entraba al turboascensor, Brittany Jefferson sonrió y pensó “Que extraño, viniendo de una Romulana, debe ser el mejor cumplido que recibí en mi vida. Tal vez después de todo se pueda lograr algo bueno.” La puerta se cerró y el turboascensor subió hacia el puente. Mientras, en el “Agujero Negro”, sólo las estrellas fueron testigos de la confusa felicidad de la Romulana, quién tal vez no se había sentido bien hacía mucho tiempo. La U.S.S. Asimov se alejó hacia una nueva aventura, dejando atrás los peligros para encontrar otros, y tal vez un nuevo destino.

Esta es una historia de: Pablo Turnes y Facundo Santiago